El origen de la Catedral

Aún hoy se discute sobre cuánto hay de verdad en la historia, y si los restos hallados en lo que fue una necrópolis romana son los del apóstol Santiago el Mayor.

De lo que no hay duda es que pasó de ser un santo poco conocido a gozar de gran popularidad desde el siglo IX, cuando un ermitaño aseguró que en un bosque, por la noche, podían verse resplandores y lluvias de estrellas. Era el llamado Campus Stellae. El obispo Teodomiro identificó el lugar como la tumba del apóstol Santiago el Mayor, y la noticia del hallazgo corrió a gran velocidad.

Sobre el mausoleo se levantó una ermita que pronto se quedó pequeña y se sustituyó por una basílica, que también resultó insuficiente para acoger a tantos peregrinos atraídos por los muchos milagros que, según la voz popular, realizaba el apóstol Santiago. El santo, además de resucitar muertos o liberar cautivos, podía sanar a los enfermos, un asunto que interesaba especialmente en unos tiempos en que sólo la intervención divina podía curar lo incurable.

Se calcula que en los siglos XI al XIII, los de máximo apogeo de peregrinaciones, pudieron llegar anualmente a Santiago entre 250.000 y 500.000 personas, un número muy elevado para la población de la época.

Tanto visitante exigía una Catedral digna del mayor centro de peregrinación de Occidente, y del santo símbolo de la lucha del cristianismo contra el Islam. La imponente iglesia que admiramos se construyó en estilo románico. Se inició en el siglo XI y se concluyó prácticamente en el XII.


(c) (R) 2013, MUSMon com S.L.
Text (a) Diego Laforga Marcos

Picture: Theodomir Bishop
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