Habitaciones de Washington Irving

¡Ah, qué escándalo, habibi! ¡Estas son las habitaciones del americano aquél! ¿Cómo se llamaba? ¡Irving! Washington Irving…¡Aquí, aquí dormía el muy bribón! ¡Cómo le recuerdo!

Todas las leyendas, las historias, los secretos de la Alhambra… todas las publicó, y se hizo famoso por mí, por Hamed, por el buen y humilde Hamed de la Medina, que no es más que un espíritu. Ay si tuviera sangre, me herviría en las venas. Cuando pienso en todas las historias que le conté allá por 1829, mientras estuvo en Granada...

Si pudiera echarle la mano encima… En fin, es cierto que era un hombre encantador, muy atento. Diplomático de profesión. Escuchaba con gran interés a todos los que le contábamos algo de la Alhambra. Y en aquellos años, no te voy a engañar, esta Alhambra estaba bastante echada a perder. Casi, casi, en ruinas. ¿Quién sabe? Si no hubiera sido por él, y por su libro “Cuentos de la Alhambra”, que se vendió como rosquillas, a lo mejor hoy día la colina de la Sabika no era más que una montaña salpicada de pedruscos rojizos.

Era un buen hombre, este americano. Siempre me cayó bien. Si, ¿qué pasa, por qué me miras así? ¡Anda, continuemos!


(c) (R) 2013, MUSMon com S.L.
Text (a) Carlos Madrid (2012)

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Source: Own work
Author: Julián Hernández Martínez (2013)