La representación de la Mujer

Te proponemos para esta sala una reflexión sobre la representación de la femineidad, siguiendo el hilo de dos de las obras aquí expuestas.

Empezamos con un cuadro de fondo casi negro, sobre el que destaca el blanco de la piel de una mujer recostada. Es el retrato de la condesa Sonia de Klamery, joven aristócrata polaca.

Se trata de una obra de 1913 del pintor catalán Anglada Camarasa, en la que verás cómo no solo la elegancia de su silueta insinuante, con hombros y brazos enérgicos y desnudos, nos transmite la idea de una mujer sensual, decidida e intensa, sino también, el hábil empleo del color luminoso de la piel, que queda en abierto contraste con el fondo del cuadro, donde dominan los tonos oscuros. Resaltan así las pinceladas rojas de los labios y la mirada decidida, equilibrada con los vivos colores de un pavo real, que contribuye a transmitir más exotismo.

Las mujeres, cada vez más libres del pesado yugo de la tradición decimonónica, adquirían espacios de libertad que pronto se vieron reflejados en el arte. En esta obra se percibe la influencia del austríaco Gustav Klimt.

Como contraste, vuelve la vista a otra obra, también una mujer, también tendida, leyendo, pero dibujada en colores cálidos.

Se trata de la obra “Lectura”, recientemente atribuida a Julio Romero de Torres. Si bien este lienzo es muy temprano, de 1901 aproximadamente, en el arte de Romero de Torres la imagen de la mujer se limita a la percepción a través de unos ojos masculinos y es vista entre lo convencional y lo sensual.

La mujer de este lienzo, de cuya mirada parece desprenderse una triste resignación, conserva un espíritu convencional, pacífico y sereno, como esposa o como madre. En esa misma postura lánguida, Romero de Torres pintó la antítesis, la sensualidad erótica del desnudo “La Musa Gitana”, hoy en el Museo del Prado.

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