Adán y Eva

No están claras las razones por las que Durero pintó estas dos tablas, pues no consta que fueran un encargo. Todo apunta a que el tema de Adán y Eva sirve al propósito personal del artista, interesado en realizar un estudio de la anatomía humana y conocer sus proporciones ideales, basadas en el arte clásico. Queda patente la habilidad del pintor como dibujante en la representación de Adán y Eva, plasmados en la línea de las figuras germánicas.

Los cuerpos están perfectamente proporcionados. Adán descansa sobre un pequeño espacio de suelo, con el cuerpo ligeramente ladeado, mientras su rostro expresa asombro ante la belleza de Eva. La figura de ella es muy femenina, tiene los hombros suavemente caídos y parece iniciar un paso de baile. Las dos obras tienen la peculiar firma de Alberto Durero, una A mayúscula en la que se incluye la D, en concreto, si nos fijamos con atención, podremos ver como en la tabla de Eva esta firma aparece sobre una cartela colgada de la rama de manzano. En las dos tablas el fondo oscuro contribuye a resaltar las figuras.

Durero huye de la representación impúdica, que le podría haber acarreado problemas con la Iglesia, el sexo de los personajes queda oportunamente oculto tras unas hojas de manzano. Un detalle poco habitual es que la manzana aparece representada por partida doble, en una de las tablas ofrecida a Eva por la serpiente, y en la otra ya en manos de Adán.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero