Goya, uno de los mayores maestros de la pintura española, nació en Fuendetodos, un pequeño pueblo aragonés, en 1746. Desde temprana edad empezó a estudiar pintura, donde daría pronto muestras de su genio y temperamento despreciando a sus maestros al afirmar que sus verdaderos inspiradores son Velazquez, Rembrandt y la naturaleza.

En la década de los años 60 del siglo XVIII se trasladó a la Corte como miembro de la familia de Francisco Bayeu uno de los pintores del rey, con cuya hermana Josefa había contraído matrimonio. Esta circunstancia le abre las puertas de Palacio y le propicia su primer encargo, una serie de cartones o modelos para tapices, cuyos temas debían ser escenas de la vida cotidiana que decorarían El Pardo, El Escorial y otras residencias reales. “El quitasol”, “el cacharrero”, “la gallinita ciega”, “los niños jugando a soldados”, son algunos de los más significativos. El color es en todos ellos tan vivo y tan lleno de matices que resultó difícil encontrar los tonos adecuados en las lanas con que debía confeccionarse los paños en la Real Fábrica de Tapices que aún existe y puede visitarse en Atocha, cerca del Museo del Prado.

El quitasol es un buen ejemplo de la vida de ocio y placer de la que gozaba la aristocracia madrileña. La señora tiene un servidor que le sostiene el quitasol para defenderla de los potentes rayos de sol. Parece saludar al espectador con el abanico que lleva en su mano derecha, mientras con la izquierda acaricia un perrito que descansa en su falda. La composición, muy elegante, está basada en la diagonal que forman la dama y el criado acentuada además por la rama de un árbol. El cielo azul, el colorido de los trajes, el bello rostro de la dama y su tocado, todo en el conjunto refleja un casticismo al que eran aficionadas también las damas de la corte.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero