Bodegón con cuatro vasijas

De origen extremeño, Zurbarán fue un pintor del siglo de oro español, contemporáneo y amigo de Velazquez. En 1629 se traslada a Sevilla donde se encuentra con la hostilidad del gremio de pintores con Alonso Cano a la cabeza, por negarse a presentar ante ellos una “obra maestra” que le diera el titulo de “maestro pintor” según era la costumbre de los gremios.

En Sevilla su principal clientela son los conventos por lo que recibiría el apelativo de “pintor de los frailes”. Así podemos encontrar dominicos, franciscanos y mercedarios como protagonistas de muchos de sus cuadros. Como pintor destaca por la sencillez de sus composiciones, la belleza del color, del que destacan sus blancos, y su capacidad para reproducir las diferentes texturas como lanas, sedas, metales o cerámicas.

Este bodegón es de una simplicidad extraordinaria, como era habitual en Zurbarán, tal vez en ello radique su atractivo. Son cuatro cacharros en fila sobre un fondo negro según el esquema tenebrista. Lo que más llama la atención es la manera de destacar las calidades de los objetos. El foco de luz, desde la izquierda, incide sobre todas las vasijas distinguiendo las diferentes formas y materiales. El pintor utiliza el bodegón para demostrar su capacidad técnica y su talento a la hora de representar las figuras con un impresionante realismo que nos recuerda a pintores hiperrealistas de hoy día, como Antonio López.

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Textos (a) Catalina Serrano Romero