A nadie se le escapa que vivimos un momento de transformación, un cambio de concepción a todos los niveles, de nuevos modos de consumo de información y entretenimiento. Vinculado y acelerado por la existencia (proliferación) de conexión a Internet en cualquier lugar, y de dispositivos móviles como teléfonos y tablets con pantallas táctiles.
Cuando miramos los aparatos analógicos que teníamos hace unos pocos años los vemos como antiguallas, que solo usaremos en caso de necesidad. Y es que rápidamente nos hemos acostumbrado al uso de pantallas táctiles, a conectarnos a internet mientras viajamos en metro o tomamos un café en un bar y a orientarnos en las calles a través de sistemas geolocalización. Se cuentan por decenas las aplicaciones que facilitan nuestras actividades en el día a día.
La revolución tecnológica ha llegado a todas partes; lo que antes se veía como una excentricidad es ahora una actividad asumida como normal. ¿Quién no ha comprado por internet, leído el periódico o descargado algún juego a través de su teléfono móvil? Era cuestión de tiempo que esta revolución llegara también al mundo de la cultura, la historia y el arte. Así, cada vez es más habitual encontrara las instituciones e industrias culturales en contacto permanente con sus comunidades a través de las redes sociales, o disfrutar de proyectos como Google Art, que acerca las principales pinacotecas del mundo hasta el salón de tu casa.
Como no podía ser de otro modo, este cambio ha llegado también al mundo de las audioguías. Poco a poco la imagen del visitante al museo agarrado a un especie de teléfono de enormes dimensiones, que lleva amarrado a la muñeca como si de una raqueta se tratase, va dejando paso a la de aquellos visitantes que disfrutan de la comodidad de llevar, en su propio teléfono, la audioguía, los planos del museos y el resto de extras necesarios para sacar el máximo partido a su visita. Pronto esa imagen de colas esperando para retirar su audioguía alquilada, a cambio de dejar en depósito algún tipo de documento o señal, será tan anacrónica como las cabinas de teléfono en la calle comienzan a serlo hoy.
Pero ¿cuáles son las ventajas de disfrutar de una audioguía en el teléfono móvil respecto al alquiler de un terminal tradicional? En primer lugar nos encontramos con la comodidad que hemos mencionado ya: poder llevar tu dispositivo y evitar las colas realmente se valora, evitas pérdida de tiempo. Es además la posibilidad más económica, pues pueden ser utilizadas tantas veces como se quiera, ya sea porque se acude más de una vez a este museo o a aquel monumento, o porque se lo prestamos a nuestra hermana que se ha ido de viaje cultural. Pero la mayor puesta en valor de las audioguías digitales son sin duda la posibilidad de reunir en una misma aplicación elementos imprescindibles en una visita, pero muy incómodos de llevar por separado: mapas, rutas, imágenes, vídeos, información extra…Si antes teníamos que llevar además de la narración en sí, todos estos elementos, ahora tan solo tenemos que portar un aparato de poco más de 200 gramos. Todo ello sin renunciar a la máxima exigencia en cuanto a documentación, contenidos y locución. Las audioguías para Smartphone son el complemento ideal para una visita cultural, por sus contenidos, su sencillez, su confort y sobre todo por el valor añadido que supone en sí mismo. Algo está cambiando en la experiencia que se puede vivir en un museo: es el momento del visitante cultural hiperconectado.
