La nave central

Vamos, continuemos nuestro camino hacia el altar mayor mientras contemplamos el conjunto de la nave central.

Nos desplazamos en dirección contraria a las fases de construcción del edificio, que se inició por la cabecera y en el Pórtico de la Gloria. Para evitar que un posible derrumbe afectara al conjunto de las bóvedas era habitual que la construcción se realizara por tramos independientes que se iban sumando.

Todo fue planificado para lograr que la actividad del templo no se viera interrumpida por la afluencia de peregrinos. Por ello, las naves laterales se prolongan en la cabecera hasta concluir en un pasillo circular o deambulatorio que rodea el altar mayor, permitiendo las procesiones y el paso de los devotos hacia la tumba del santo sin estorbar los oficios que se celebran en el altar mayor.

Esta distribución identifica a las llamadas Catedrales de Peregrinación, en auge en este tiempo, lo que les confiere un carácter internacional.

Levanta la vista al techo y observa las bóvedas de cañón que cubren esta nave. Este cierre semicircular será una constante en el románico. El peso de las bóvedas es soportado por amplios pilares y contrafuertes exteriores, solución también característica de esta arquitectura. Aquí, son especialmente robustos. A pesar de sus dimensiones, la sensación que trasmite el conjunto es de esbeltez, gracias al juego de figuras geométricas sobre las que se elevan y las semicolumnas que sujetan los típicos arcos de medio punto románicos.

Los órganos, que posiblemente te asombren por su riqueza y que están a ambos lados de la nave, se construyeron entre 1705 y 1713 y ocupan la zona donde estaba colocado el coro.

Fíjate ahora en ese segundo piso que parece la galería de un palacio. Se llama triforio.


(c) (R) 2013, MUSMon com S.L.
Text (a) Diego Laforga Marcos

Pictures
Source: Own work
Author: Diego Laforga (2013)